Hace unas semanas hablaba con mi madre y me confesó que mi abuela sufrió muchísimo durante sus años fértiles. Desde reglas incapacitantes hasta otros síntomas que, en aquella época, parecían irrelevantes. Si las personas que nos identificamos como mujeres hemos sido silenciadas a lo largo de la historia, nuestros síntomas todavía más, porque siempre había alguien más a quien cuidar, algo más que hacer.
Es un alivio saber que, junto con los derechos que recuperamos, también ganamos en diagnósticos y en atención. Nos sentimos más valientes para hablar y decir lo que nos sucede, lo que queremos y lo que necesitamos. Y, por supuesto, ganamos terreno en nuestro bienestar y en nuestro placer.
El bienestar sexual es algo prácticamente novedoso y, como colectivo silenciado durante siglos, seguimos haciéndonos a la idea de que podemos lograrlo. Podemos tener orgasmos, disfrutar del sexo, sentirnos a gusto con nuestros genitales, explorarnos… y cuidar de nuestras zonas de placer.
Ahora pienso en mi abuela, que pasó tantos años de sufrimiento silencioso, y en mi madre, que atraviesa la menopausia. En mi amiga que acaba de ser mamá. Y pienso en mí, que me enfrento a un tratamiento hormonal que está haciendo que mi cuerpo cambie. Entonces agradezco, mucho, que existan marcas lideradas por mujeres con el propósito de mejorar nuestro bienestar sexual, que crean una línea de productos inclusiva para que quienes tenemos vulva aprendamos a cuidarnos mejor.
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