Isabel del Río y yo somos amigas desde hace varios años y te voy a ser sincera: tengo todos sus libros. Desde el primero, Casa de títeres, que lleva un tiempo descatalogado, hasta los más recientes. Y todos tienen un cierto toque oscuro, rozando lo místico, que además de gustarme mucho me resulta increíblemente cautivador. Recuerdo cuando me habló de Rojo sobre Negro por primera vez, y aquellas notas de voz que me mandó donde me leía el primer capítulo. Ha llovido un poco desde entonces, pero las ganas de leer esta novela fueron creciendo cada vez más y... ¡por fin lo tuve en mis manos!
Rojo sobre Negro me acompañó a Roma y lo empecé en el avión —no sé qué tienen los aviones que son el lugar donde más me concentro para leer—. Cuando aterricé en Fiumicino llevaba más de la mitad leído y quise guardarlo para la vuelta. La historia engancha desde la primera página, y es que nada más empezar la lectura conocemos ese mundo extraño del que nos habla Carrie: Negro.
El libro combina lo que es el mundo real y el mundo de Negro, haciendo que la lectura sea casi frenética. Asimismo, la conexión con La casa del torreón me ha cautivado por completo y me ha dado muchas ganas de leer la bilogía de nuevo.
Además, me ha resultado facilísimo conectar con Carrie; me tomaría un café con ella para charlar sobre libros y que me contaste un poco más de Negro. El resto de personajes también tienen su qué, y si tengo que elegir alguno más me quedaría con el abuelo de Carrie, con sus apariciones estelares durante la novela. Cada una de sus palabras está impregnada de esa sensación de verdad que no quieres, pero debes creer.
—¿Qué es eso, abuelo?Mi voz sonó distorsionada, como en una cueva con eco.—Somos todos nosotros. Es una carretera en la que nos encontramos unos a otros. Caminos, emociones y destinos. ¿Comprendes?
Todavía relacionado con los personajes, me gustaría añadir algo más. No me gustan los destripes, pero no puedo evitar pasar por alto un personaje femenino con el que Carrie compartirá algo más que amistad. Su historia no es solo peculiar aunque shippeable hasta el extremo, sino que Isabel del Río ha conseguido plasmarla de manera que no eclipse la trama principal y, aun así, tenga su importancia y conexión con el resto.
Rojo sobre Negro está clasificada como juvenil, lo cual se debe principalmente a que su protagonista es adolescente, pero que no te engañe: esta novela tiene un punto de madurez que hace que cualquiera pueda, no solo leerla, sino disfrutarla.
Óyeme bien, pequeña. Los árboles no mienten. Tampoco los ríos ni la tierra. Los animales muestran sus intenciones. Aquí no existen los disfraces ni armarios donde guardar los fantasmas que no queremos ver.
La edición es preciosa, de principio a fin, y se han cuidado todos los detalles. Al inicio, el libro te invita a escuchar la playlist, porque la música tiene una importancia fundamental en la historia, acompaña a Carrie y también nos acompañará a nosotros.
También hay una serie de ilustraciones maravillosas de Jenni Conde que guían la lectura, así como esas páginas características en negro, que yo diría que son ya sello de Isabel del Río, pero en esta obra tienen más sentido que nunca.
No sé cuándo descubrí que podía ver con los ojos cerrados. Así es como aprendí que existen distintos tipos de persona, incluso algunas que no están ahí cuando vuelves a abrirlos.
Estoy feliz de que esta novela exista, y de que su autora se haya dejado llevar por Negro para contar lo que le ocurre a Carrie. Lo recomiendo a todas aquellas personas que disfruten de la fantasía con una pequeña dosis de terror, sin olvidar la representación LGBT y esa habilidad equilibrada de plasmar sentimientos y contar una historia que te absorbe.
¿Quieres saber más de Rojo sobre Negro? Ve AQUÍ.
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